No me queda más remedio que expresar mi indignación y mi repugnancia por los ataques terroristas que se están sucediendo estos días. No he querido enumerar cuántos se han producido en tan pocos días porque duele. Es cierto que no es algo nuevo, que estos sucesos ocurren todos los días en lugares más lejanos y por mucho que queramos resaltarlos (yo soy una de ellas) la realidad es que si suceden en Europa nos roza más la piel.
Estoy harta de que mueran personas inocentes, seres humanos que salen a la calle para disfrutar de la vida, para vivirla y encuentren ese fatídico final. Porque son personas como tú y como yo, personas que pasean, que van a comprar, que van a tomarse una cerveza con los amigos para evadirse de las preocupaciones que les turban.
No sé como afrontar esta situación, no sé que es lo que hay que hacer, cómo poder acabar con estos actos macabros. Pero lo que sé es que no nos podemos quedar en casa esperando a que pase la vida. No podemos dejar que consigan su objetivo y nos invada el terror. Nos tiene que invadir la indignación y salir a la calle con la cabeza más alta que nunca y disfrutar de cada segundo por todos aquellos que murieron disfrutando de su libertad.
